¿Puede una mujer embarazada realizarse pruebas radiológicas? ¿Corre peligro el embrión? Estas son algunas de las preguntas que suscitan mayor preocupación entre las pacientes embarazadas. En este sentido, es cierto que a la hora de someterse a cualquier tipo de examen radiológico, es fundamental conocer los posibles riesgos o efectos secundarios que puedan provocar en este tipo de pacientes, ya que el embrión y el feto son más susceptibles. Así pues, consulta con tu médico todas las cuestiones antes de realizar las pruebas pertinentes.
Las pruebas radiológicas establecen unos niveles de referencia de exposición a radiaciones ionizantes y que la Directiva Europea 2013/59/Euratom recoge y obliga a los hospitales a medirlos a partir de 2018. Por lo que es recomendable optimizar la dosis y no superar estos niveles para evitar el aumento del riesgo para la salud de los pacientes.
En el caso de los exámenes de medicina nuclear, estos utilizan material radioactivo que se introduce en el cuerpo, el cual permanece en el mismo durante un cierto periodo de tiempo y existe la posibilidad de que cruce la placenta y vaya al feto. En estas situaciones, los profesionales deben explicar a los pacientes las peculiaridades de estas pruebas con el fin de poner en perspectiva los riesgos de la radiación antes de realizarlas.
En cuanto a las pruebas de resonancia magnética, éstas no afectan al feto de las mujeres embarazadas, y en algunos casos la realización de una RM rápida es el medio de diagnóstico recomendado, ya que proporciona mejores imágenes que la ecografía y evita las radiaciones de una tomografía computarizada (TC).
Así pues, una mujer embarazada puede someterse a procedimientos de medicina nuclear o resonancia magnética siempre que haya una justificación clínica firme, cumpla con los requisitos de radiación establecidos y se haya hecho todo lo posible previamente para considerar otras opciones en las que se utilice la radiación no ionizante. Sin embargo, los expertos aconsejan no realizar un TAC, especialmente durante el primer trimestre de embarazo, debido al riesgo que la radiación puede ocasionar al feto.
Cabe destacar que, con el avance tecnológico y las constantes regulaciones en materia de radioprotección en el sector de la radiología durante las últimas décadas, se ha conseguido que la radiación dispersa de los equipos de rayos X sea menor, consiguiendo así una disminución del riesgo para los pacientes y trabajadores.
En definitiva, es recomendable que las pacientes embarazadas adviertan de su situación a su médico, al técnico en radiología o a su especialista antes de realizar las pruebas radiológicas, para que sean ellos quienes valoren los posibles riesgos que puedan ocasionar en la salud tanto de la paciente como del feto.